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mesas de blackjack y puestos de loter�a gal�ctica. Bill estaba aturdido. El bar del edificio
principal se extend�a a lo largo de millas y millas, y hab�a nubes que oscurec�an el
extremo mas alejado. En la barra se encontraba, dispuesto en hilera, un ejercito de
camareros androides-clones, todos los cuales ten�an un aspecto igualmente repulsivo,
con cabezas de cerdo, que ten�an tendencia a babear por entre los colmillos, y manos de
doce dedos que eran fant�sticas para transportar un montón de vasos cada vez.
La hilera de espitas de barril escanciaban todos los tipos de cerveza del universo
conocido, desde la Vieja Peculiar del planeta llamado Inglaterra, hasta la Realmente Vieja
y Mucho mas Peculiar de Irlanda, adem�s de la Picante Barril Feliz, de Nueva Gales del
Sur. Filas de botellas de todo tipo de licores se alineaban como coloridos adornos de un
abatido arbol de Navidad de kilómetros y kilómetros de largo. Bill se vio alternativamente
asaltado por las vaharadas y los vapores de las deliciosas cervezas y los destellantes
licores. �Oh, embriagadores l�pulos! �Oh, traviesas maltas! �Ah! �Los deliciosos placeres
del alcohol! Repentinamente, se le ocurrió que quiz� hasta los trapos de limpiar la barra
de aquel lugar tendr�an buen sabor, pero resistió el repentino impulso de averiguarlo.
En los asuntos mundanos, como las mujeres y el ejercito, Bill actuaba de forma
autom�tica, era un tipo de reflejos del que cualquier rastro de consciencia o pensamiento
original hab�a sido borrado por a�os de adoctrinamiento militar. Pero en lo concerniente a
la bebida, Bill a menudo se ponia filosófico dado que eso y las palabrotas creativas eran
las �nicas �reas de originalidad que permanec�an abiertas al soldado. �Por que hab�a
preguntado recientemente un erudito cuando hoy en d�a hay numerosas variedades de
drogas an�micas y alteradoras mentales en el mercado, naturales de los pa�ses exóticos,
o sintetizadas por laboratorios legales e ilegales, por que, preguntó, la droga favorita entre
los militares, y quiz� incluso del universo humano, es el alcohol en todas sus insidiosas
formas?�
Para aquella pregunta, Bill tenia tres respuestas relevantes:
1. El alcohol te emborracha.
2. El alcohol te emborracha luego aun mas.
3. El alcohol te deja inconsciente, que es la �nica v�a de escape que jamas obtendr�
del ejercito cualquier ser vivo.
Pero, continuaba el interrogante planteado por el erudito, �por que el alcohol, si hab�an
muchas otras drogas que provocaban embriaguez y eran menos adictivas, no causaban el
da�o eventual en los tejidos de los órganos internos, y no ten�an, como el alcohol, una
historia de degradación humana, sufrimiento y verg�enza unida permanentemente a cada
una de sus diversas formas?
Bill podr�a haber se�alado que quiz� en el ser humano exist�a una necesidad natural de
emborracharse de vez en cuando; pero solo se daba cuenta de ello de forma instintiva y
no pod�a expresar el pensamiento ni la urgencia. Podr�a haber cantado alabanzas al
panorama de sabores disponibles en la amplia gama de bebidas alcohólicas, pero debido
a que la mayor�a de sus bebidas favoritas sab�an fatal y a que, de todas formas, tras la
tercera o cuarta copa ya no sent�a sabor alguno, no lo hizo.
Ocurrió una vez, en el brumoso pasado, en un bar de baja estofa del mundo de la
borrachera, un centro de descanso y recreo para soldados, en el que Bill estaba
entusi�sticamente sentado disfrutando de un par de docenas de copas y dirigi�ndose a
toda velocidad hacia el coma et�lico mientras echaba amorosas miradas a los ros�ceos
pechos de las roboputas que proporcionaba el planeta a modo de diversión, cuando un
misionero de mentalidad represora, transportado al lugar por las autoridades como una
especie de chiste s�dico, y que se sent�a supremamente asqueado por las actividades
que sus cong�neres humanos llevaban a cabo en el bar, le presento aquel mismo
argumento a Bill y le pregunto por que, a la luz del conocimiento existente acerca de lo
pernicioso que era el alcohol, el castigaba su cuerpo con el demoniaco licor.
Bill recordaba haberle dicho, con gran claridad y entendimiento de borracho:
Porque siento que estoy infligi�ndome un da�o.
No satisfecho con aquello, el misionero le hab�a instado a que le diera una explicación
mas inteligente que Bill, demasiado borracho como para hacer una exposición extensa y
f�sicamente incapaz de articular algo mas que la frase mas simple, resumió en una
brillante sentencia cartesiana:
Bebo, luego existo.
Despues recalcó la observación de una forma algo acre, vomit�ndole encima al
misionero antes de caer en la inconsciencia.
Pero la filosof�a permaneció, as� como el concepto filosófico, por lo que cuando Bill vio
aquel Dysneyland dipsom�tico como un fest�n de la sinrazón, �soy� con toda la esencia
de su ser tanto como los monjes mazdeistas �om�eaban con las suyas.
�Por fin! �Por fin! �He alcanzado mi meta! dijo Rick el H�roe Superno, cayendo de
rodillas con reverencial temor . �A trav�s de todo el universo he buscado una cerveza en
concreto! �Y aqu� esta la Sangr�a Sagrada y Grill, que sin duda sirve todas las libaciones
producidas en el universo! �Una barra de autenticas proporciones m�sticas! Se puso
trabajosamente en pie y se tambaleo hasta un lugar vac�o en aquel suelo de madera
encerada . �Arrrrrr! Vamos, primer oficial. �Esta ronda la pago yo!
Bill, que nunca rechazaba una copa gratis, siguió a su capit�n, aunque, a la vez, miraba
con creciente abatimiento a la multitud que se extend�a a lo largo de kilómetros en el
gigantesco bar. �Como iba a poder encontrar a Irma en aquel lugar?
�Camarero! llamo Rick . Sirve una ronda para mi y mi compa�ero.
�Cual es tu veneno, t�o? pregunto el camarero con asnal entusiasmo desde la
hilera de est�pidos.
�Santo Grial Stout!** dijo Rick con una amplia sonrisa mientras depositaba con un
golpe seco su tarjeta de cr�dito gal�ctica oro sobre la superficie de nogal de la barra.
Todos los bebedores al alcance de su voz dejaron de hablar, dejaron de beber, e
incluso parecieron dejar de respirar. Se volvieron a mirar al reci�n llegado, y luego al
camarero.
Lo siento, forastero ceceó el camarero con una untuosa voz de androide . Esa es
la �nica cerveza que no tenemos.
Rick parpadeo.
Bueno, entonces, �que tal una Santo Grial Ale?
Lo siento, tampoco tenemos esa.
Mmmmmm. Bueno, entonces, �que tal una Santo Grial Lager?
Nop.
�Santo Grial Bilsner?
Ah, ah.
A aquellas alturas, Rick se hab�a puesto casi blanco.
�Arrrrrr! Pero es que yo he viajado p�rsecs y mas p�rsecs*** para apagar esta sed en
concreto. �Me dijeron que la Sangr�a Sagrada y Grill servia todas las bebidas conocidas
por la humanidad!
Y as� es. Todas menos la l�nea Santo Grial. Nadie sabe donde esta ese genero, a
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